Largas Travesías: Del Cinismo antiguo al moderno

Fª HOY

 por J.A. Rico y Noelia M. Tajes

PAZ Y GUERRA

Tres perros estaban sentados al sol y conversando.

-Es sin duda maravilloso- dijo somnolientamente el primero- vivir en ésta época del reinado de los perros. Considerad con que facilidad se viaja, bajo el mar sobre la tierra e incluso por el cielo. Y meditad un momento en las invenciones ideadas para comodidad de los perros, hasta para nuestros ojos, oídos y narices.

Y el segundo perro habló diciendo:

-Estamos mas consagrados a las artes. Ladramos a la luna con mas ritmo que nuestros antepasados. Y cuando nos contemplamos en el agua, vemos que nuestros rasgos son mas definidos que los de otrora.

Entonces habló el tercero y dijo:

-Pero lo que a mi me interesa y divierte es la tranquila comprensión que existe entre los reinados caninos.

En ese preciso instante miraron, y vieron que se acercaba el cazador de perros.

Los tres perros se levantaron de un salto y huyeron precipitadamente por la calle;y mientras corrían el tercero dijo:

-Por amor de dios ¡corred para salvar la vida! La civilización nos viene persiguiendo.

Gibran Khalil Gibran, El vagabundo.

A. EL CINISMO EN LA ANTIGÜEDAD

1.1 ¿DÓNDE Y CUANDO SE PUEDE HABLAR DE CINISMO?

En la Grecia antigua, donde la sociabilidad humana se sustenta sobre la sólida base del pudor y la justicia (aidós y dikayosine), nos encontramos con la presencia de unos irreverentes perros, que en oposición a la bulliciosa Grecia, tranquilos descansan bajo el estandarte de la desvergüenza.

Éstos perros ,son los filósofos cínicos, que nacen en Grecia en un periodo muy concreto. El cinismo se expande como síntoma histórico en el contexto helenístico (s.IV a.c), donde los pilares del pensamiento se tambaleaban dando lugar a una profunda crisis ideológica y moral. La desvergüenza y la provocación serán las armas de las que harán uso éste peculiar género perruno, que ladrará en rechazo a una cultura que se revela tan represora como retórica.


1.2 ¿POR QUÉ “PERROS”?

Comenzaremos señalando la etimología de la palabra, ya que no debemos olvidar que éste fenómeno se produce bajo un suelo con una lengua muy concreta; Grecia, lugar donde la palabra poseía cierto estatuto ontológico, lo que no da cabida a la arbitrariedad. Perro en Grecia era designado por la palabra kyón.

La denominación de éste tipo de filósofos como perros guarda relación directa con el carácter práctico de su filosofía, íntimamente relacionada con la naturaleza.

El perro es un animal que habita en un espacio humanizado, pero sin pretensión de honores desenvolviendo su condición animal sin pudor alguno. Los filósofos cínicos han pasado a identificarse con los perros por su similar comportamiento, hecho que nos lleva a establecer un paralelismo entre el “hombre” y el “animal”.

Tanto los unos como los otros muestran una total indiferencia en su modo de vivir, realizando sin pudor alguno los actos naturales en público, tanto comer o practicar el sexo, así como escupir, defecar …De igual modo que el perro es un animal totalmente impúdico, el cínico cultiva abiertamente la desvergüenza. El perro, siempre ha sido un buen guardián a la par que selectivo, identificándose así con el filósofo cínico por la forma de guardar celosamente los principios de su filosofía distinguiendo como amigos los que se dedican a ella y por la contra, enemigos a los que se ausenta.

-“Al invitarle una persona a una mansión muy lujosa y prohibirle escupir, después de aclarase la garganta le escupió en la cara , alegando que no había encontrado un lugar mas sucio para hacerlo.”1

Sobre quien fue el primer filósofo al que se le llamó “perro” hay discrepancias entre Antístenes y Diógenes, ya que el propio Diógenes Laercio ofrece discrepancias al respecto, señalando a los dos como merecedores de tal “título honorífico”. Nosotros vamos a inclinarnos por señalar como auténtico “perro” a Diógenes de Sinope por su elevado carácter desvergonzado.

1.3 HACIENDO FILOSOFÍA.

A propósito del carácter filosófico de los cínicos existen diversas interpretaciones, desde los que los definen como filósofos propiamente a los que afirman que su existencia no ha de incluirse dentro del devenir filosófico, identificando sus presupuestos con un mero modo de vida.

En éste trabajo vamos a defender rotundamente el carácter filosófico de los perros. La filosofía cínica predica con su actitud, es decir tiene un elevado carácter práctico desdeñando así cualquier saber teórico que apunte mas allá de la moral.

Sus prácticas filosóficas los llevan al rechazo de toda norma convencional afirmando un retorno a lo natural, situándose fuera de toda fijación normativa de la civilización griega. El cínico na va a necesitar ninguna guía de conducta mas allá de la naturaleza, por ello rechazan las palabras de aquellos que hablan de justicia y educación ya que lo hacen bajo saberes teóricos que esconden la realidad. El disfraz del nómada va a convertirse, en el espíritu del cínico, que como un perro crece libre y escurridizo.

1.4 UNA VUELTA A LA NATURALEZA.

Los filósofos cínicos se inclinan hacia la naturaleza, por lo que los animales y sus comportamientos naturales, van a ser el modelo de conducta, a fin de conseguir la independencia y la libertad.

Para realizar una efectiva vuelta a la naturaleza ,el cínico ha de desprenderse de ciertos presupuestos adquiridos en la vieja Grecia. Los “perros” han de ofrecer un ataque directo a toda creencia popular, lo que se traduce en un ataque a los falsos ídolos, hecho que implica un desenmascaramiento ideológico.

El modelo cínico reivindica el valor del esfuerzo a fin de endurecer la sensibilidad, como forma de preparación ante los infortunios del azar, negando así cualquier tipo de lujo, que supondría una forma de “alienación” del hombre, que perdido en las riquezas jamás alcanzará la ansiada libertad.

La vuelta a la naturaleza al modo cínico, implica una postura muy concreta ante las riquezas de la polis, las cuales han de ser negadas rotundamente. El ideal de sabio cínico no ha de sucumbir ante ningún tipo de placer que la civilización le aporte. El sabio ha de estar suficientemente entrenado para bastarse a sí mismo en el ámbito natural, donde el hombre no es mas que hombre, un animal. A las tentaciones de las bulliciosas riquezas, nuestros indiferentes perros han de ladrar críticamente.

Los satíricos ladridos de los que hablamos se identifican con la parresía, es decir, la libertad de palabra, que en la Grecia antigua estaba tan coartada. El cínico va a mantener un trato especial con la palabra, de la cual va a servirse utilizándola como arma ideológica difícilmente atacable.

Todo aquello que sean “falsas necesidades” se van a identificar con despojos humanos, una traba en el camino hacia la libertad, tan lejos de las costumbres de los ciudadanos griegos. La desconfianza en el progreso cultural se concretiza en el modo austero de vida cínica, que mendicantemente y con esfuerzo le facilitará el acceso a la felicidad.

A continuación vamos a señalar algunos ejemplos destacados en esta peculiar Secta del perro.

1.5 BREVE ACERCAMIENTO A LOS FILÓSOFOS CÍNICOS.

Comenzamos señalando a Antístenes, filósofo que será blanco de nuestra particular interpretación.

Los libros realizan un acercamiento a esta figura, considerándolo el primer cínico, hecho que resulta un tanto ambiguo. Nuestra interpretación del cinismo nos lleva a situarlo en los márgenes de la corriente, sin llegar a ser un personaje estrictamente cínico.

El filósofo en cuestión nos sirve como punto de enlace directo entre Diógenes y Sócrates, lo que no nos lleva, de modo necesario, a la afirmación de que fuese maestro de Diógenes. No creemos que Antístenes fuese una especie de Sócrates para el “perro”, es decir, que aportase una base teórica al pensamiento práctico de Diógenes. Se nos revela en demasía contradictorio el hecho de que Diógenes aceptase en su defensa del comportamiento animal razonamientos teóricos acríticamente. En cualquier caso nuestra negación de la relación, Antístenes-Diógenes, no va a ser rotunda ya que aceptamos la existencia de diversos puntos confluyentes, lo que no quiere decir que admitamos la existencia de una relación maestro-discípulo, así como tampoco admitimos el calificativo de perro o cínico en su aplicación a Antístenes, filósofo al cual dejamos situado en los márgenes del cinismo.

El filósofo que sin lugar a dudas significó el paradigma del cinismo fue Diógenes de Sínope, quien hizo de su desvergüenza el símbolo característico de los perros.

La historia de Diógenes ha discurrido por el tiempo en forma de historietas, dejando testimonio de ellos, el erudito Diógenes Laercio en su Vida de los cínicos.

Diversos autores defienden que dichas historias no son mas que un compendio de fantasías. En éste trabajo vamos a pecar un poco de inocentes, dejando seducirnos por tan satíricas historias, ya que si bien no creemos en su pura autenticidad, si creemos que revelen el pensamiento y la personalidad de tan característica figura, siendo ésto al fin y al cabo lo que nos interesa para nuestro estudio.

La historia de Diógenes arranca en su destierro de Sínope por haber invalidado la moneda en curso, hecho que tomaremos como símil de la transmutación de los valores. Diversos avatares rodean su vida, siendo otro suceso importante su venta como esclavo, condición bajo la que desenvolvió su actividad como preceptor de los hijos de su amo.

-“cuando fué vendido como esclavo le preguntaron que sabia hacer. Respondió; “gobernar hombres”, y dijo al pregonero; “pregona si alguien quiere comprarse un amo”. Como le obligaron a tumbarse dijo; “no importa. También los pescados se venden echados de cualquier forma”.2

La persecución de la felicidad lleva a Diógenes a desafiar todo el pensamiento y costumbres del mundo griego, negando la civilización para hacer del universo su morada, viviendo acorde con las leyes naturales.

El lamento de la vieja Grecia, se esconde bajo la desvergüenza del cínico Diógenes, quien afirma que la fuente de todos los males del mundo son las leyes de los hombres y sus crueles ansias de poder.

Otra de las figuras destacadas entre nuestros perros se identifica con, Crates de Tebas, al que la atracción por las enseñanzas de Diógenes le lleva a deshacerse de todas sus riquezas en aras de la felicidad y libertad. Crates está íntimamente relacionado con Hiparquía, su esposa. El matrimonio entre ambos filósofos estaba basado en el consentimiento mutuo, enfrentándose así con el pensamiento griego. La historia de amor que versa sobre los dos personajes, es un tanto característica por lo que posteriormente le aportaremos un mayor tratamiento.

Crates ha pasado a ocupar un lugar relevante en la literatura del S.IV a.c, dando lugar a un género conocido como spaudaigéloin, donde lo gracioso y lo serio confluyen a modo de parodia.

Bajo el título del cinismo se levantan unos cuantos filósofos mas, a los que no aportaremos un tratamiento en profundidad por la extensión del trabajo que nos llevaría a una tarea indefinida. Los ejemplos señalados en los que posteriormente ahondaremos, nos sirven sobradamente para dar una visión genérica de lo que supuso el cinismo antiguo. Aún así mencionaremos a algún cínico mas.

Menipo (primera mitad S.IIIa.c) fué alumno de Crates. A él se le atribuye la sátira Menipea, lo que nos indica su destreza en el manejo del spoudaiogéloin.

Otro filósofo caracterizado como cínico sería Bión de Borístenes (325-345 a. c.), quien también ocupó un lugar destacado en el ámbito de la literatura, dando origen a la forma literaria de la diatriba.

Mónimo de Siracusa destaca, además de por el buen uso del spoudaiogéloin, por una simpática historia. En ella se nos cuenta que inmerso en un “ataque de locura”, bajo su condición de esclavo, comenzó a arrojar las monedas que su amo tenía en su mesa de banquero.

La última figura perruna a la que vamos a hacer mención, se identifica con Onesícrito de Astipalea, quien llegó a la India mediante una expedición. En dicho viaje se le hizo posible el conocimiento de una especie de “sabios desnudos” que practicaban algo muy similar al cinismo griego. En este pensador encontramos los orígenes de la literatura novelesca del helenismo.

Esperemos que la breve aproximación que hemos realizado a propósito de los primeros cínicos, sea suficiente para entender su influjo en al ámbito filosófico, así como en el literario.

El cinismo como tal desaparece en la antigüedad , pero como fuerza ideológica ha tenido una importante perdurabilidad en el tiempo. El pensamiento cínico ha resultado excesivamente atractivo a diversas generaciones, que descontentos con la sociedad en la que la había tocado vivir , han visto en el un modelo de conducta.

1.6 INVALIDAR LA MONEDA EN CURSO.

El cinismo nace como un alimento parar los desposeídos, no olvidemos que en el helenismo, había mucha opulencia pero también había enormes desigualdades. A los rechazados de la élite griega, el cinismo se le ofrece como moral práctica, aportando así un modelo de libertad y autonomía al individuo, que ha de llevar a cabo un planteamiento crítica de los valores establecidos, a fin de transmutarlos.

La pretensión nuclear de Diógenes se resume en la máxima “invalidar la moneda en curso”, que como hecho simbólico se vio materializado de diferentes formas.

En el campo de la política, corrían tiempos de esplendor de la polis, la cual funcionaba como ámbito existencial para el individuo, y en éste marco el impúdico Diógenes se declara “cosmopolita”, bajo la máxima “yo soy ciudadano del mundo”.

A respecto de la religión la invalidación de la moneda también realizaba su transmutación de los valores, dando en éste caso un giro sustancial a la tradición y su jerarquía. La tradición situaba al hombre a medio camino entre los animales y Dios, la inversión que los “perros” realizan dejan al hombre en un puesto inferior a los animales, los que pasarían a estar a medio camino entre Dios y los hombres, que han aceptado las leyes de la ciudad, olvidándose de su condición animal, mas cerca de la naturaleza. De todos modos es lícito aclarar que la indiferencia que empaña el pensamiento cínico, se extiende a las cuestiones religiosas, por lo que éstas no serían tratadas con mayor importancia. La concepción cínica de la religión nos inclina a identificarlos como agnósticos o escépticos.

La filosofía también queda invalidada por parte de los “perros”,la cual era mera aperiencia, olvidándose de la realidad. Los cínicos centran sus problemáticas filosóficas en las cuestiones prácticas ,por lo que se hará necesario un replanteamiento de la filosofía. Las cuestiones filosóficas se desarrollaban en un ámbito elitista en un espacio privilegiado conocido como bios-theorétikos, hecho que había que cambiar bajo la sólida convicción de que la filosofía había de ser popular, de forma que la sabiduría no vendría de los conocimientos teóricos, si no de la vida práctica. De cierta manera podríamos afirmar que los hechos empíricos, en el cinismo, serían la condición de posibilidad del conocimiento, así como un camino a la virtud.

-“A uno que decía; “no estoy capacitado para la filosofía” Diógenes le repuso; “para que entonces vives sis no te importa el vivir bien”.3

La invalidación ha de llevarse a cabo sin ningún tipo de pudor, es decir, desvergonzadamente, provocando, escandalizando a la civilización.

El pensamiento cínico, se configura como una relevante opción ética, desdeñando cualquier otra forma de saber. El gozo de la filosofía es el disfrute del continuo espectáculo de los sensibles, a los que ha de atenerse una vida práctica, a fin de vivir bien, feliz. Objetivo del cínico. La doctrina cínica ha de desarrollarse en continua comunión con la naturaleza. La existencia natural nos posibilita la felicidad incluso en la mas adversa de las situaciones.

-“A uno que decía que la vida era un mal le dijo; “no la vida sino la mala vida”.4

1.7 ATAJO A LAVIRTUD

El cinismo fue definido como un atajo hacia la virtud, máxima que en absoluto indica la existencia de un sendero sencillo, sino que el camino a la virtud exige esfuerzo,entrenamiento, disciplina, práctica…

Este método askesis,responde a la exigencia de hacerse fuerte ante las posibles adversidades. El cínico se entrena para mantener una lucha existencial contra las contrariedades, sin dejar de sorprenderse ante los extraños desvaríos de la fortuna (tyche), la pobreza , muerte, hambre…, única guerra merecedora de victoria alguna. La pobreza y la satisfacción de las necesidades naturales han de ser enseñadas por la filosofía ya que en ellas se gana la victoria a fortuna y se asciende a la virtud.

1.8 EL DISFRAZ DE LA VIRTUD

Sencillo atuendo es el cínico. Responde a unos rasgos muy precisos que indican una tremenda pobreza material y una gran riqueza espiritual.

El único equipaje de éstos filósofos se componía de un báculo, un zurrón y un mantón, donde depositaban todas sus pertenencias. Es simple el hábito material del cínico, pero no es el único, ya que la desvergüenza, la provocación, la risa y la libertad de expresión (parresía), suponían parte esencial de la indumentaria del cínico.

1.9 ANTÍSTENES-DIÓGENES-CRATES

La figura de Antístenes hemos dicho anteriormente que si bien no defendemos que fuese maestro de Diógenes, ni que pueda denominarse cínico propiamente, si creemos que ha influido en el “perro”, la diferencia, es que éste llevo al extremo ciertas nociones defendidas por Antístenes.

Antístenes se había formado con Sócrates, del que toma las directrices fundamentales del trazado de su ética. En ella antepone el cuidado del alma por encima de todo, lo que le lleva a menospreciar los bienes materiales, por ello somete a crítica a todo aquello que ve corrupto en favor de las riquezas.

El filósofo hace girar sus intereses en torno a la educación y la retórica, mostrando su combinación de ascetismo con ciertas dosis de ironía y crítica, aspectos que Diógenes llevará al extremo. Antístenes muestra desprecio por la nobleza de sangre, defiende una autosuficiencia para la consecución de la felicidad, y percibe la mala fama (adoxía) como un bien, en oposición a la polis que veía un triunfo moral en la popularidad. El sabio al que Antístenes apunta se define por el temple de ánimo y no por la acumulación de conocimientos.

El aspecto religioso no deja de ser una cuestión ambigua, ya que de modo contrario al politeísmo griego, que afirma la existencia de muchos dioses, el filósofo defiende que por naturaleza hay uno solo. Ésta interpretación puede llevarnos a la afirmación de cierto monoteísmo en Grecia, pero creemos que esto sería un error, ni siquiera se puede afirmar que se plantease un modo de panteísmo. La cuestión religiosa vamos a dejarla en suspenso pendiente de una único Dios abstracto.

Diógenes , “el perro”, muestra trazos mas agresivos que el precursor, dejando clara constancia de una desvergüenza radical, indiferencia absoluta y una práctica defensa de la libertad de palabra (parresía). El “perro” llevó al extremo tanto la excesiva frugalidad, así como el ideal de autosuficiencia. Muchos son los relatos que muestran el talante de Diógenes; masturbación pública, comer en medio del ágora, vivir en una tinaja, caminar descalzo sobre la nieve o comer carne cruda. Muchos son los aforismos que hacen gala de un extremado humor negro, contenido satírico a la par que una notable seriedad ética. La que vamos a contar no es mas que una historia entre tantas otras.

-“Cierto día Diógenes como no se le acercaba nadie al pronunciar un discurso serio, se puso a tararear. Al congregarse la gente a su alrededor, les echó en cara que acudían a los charlatanes de feria, pero iban lentos a los asuntos serios.”5

Un maestro de verdad ha de guiarse por el espíritu de autosuficiencia, lo que implica tener la suficiente autoridad moral, que le permita establecer una dirección correcta, en el difícil trayecto a la virtud.

El conjunto de anécdotas que versan sobre Diógenes, nos permite vislumbrar la ideología del filósofo. El mensaje moral que transmite, difiere con la distinción tradicional entre naturaleza (physis) y convención (nomos) al modo sofista. La moral cínica, indica una limitación de los deseos a las prescripciones de la naturaleza. Diógenes constata que la mayor parte de los deseos son satisfechos con pocos recursos. Por naturaleza no se exige mas que la constancia y la autosuficiencia para sobrellevar los avatares del destino. Todo lo que la naturaleza requiere del individuo, es que cultive su habilidad, a fin de hacerse adaptable a la fortuna.

La convención a la que el “perro” críticamente ataca, muestra un alto grado de hipocresía, por lo que se hace necesario negarla y buscar la felicidad del buen vivir en la naturaleza. La civilización a ojos de un perro, posee muchas riquezas que se sustentan en la costumbre, pero inmersos en ella los hombres espiritualmente se encuentran vacíos, porque se han olvidado de su condición animal. La moral cínica va a atacar a todo ese “sistema”, por el que hombres y mujeres son llevados por la costumbre, desenvolviendo una conducta socialmente aceptable, que se pierde en cuestiones de comida, conversación, lujos…

El estilo de vida cínica, se configura como negación de dicho “sistema de costumbres”, negando el respeto a los valores que esclavizan a los ciudadanos griegos. El cínico cultiva una moral que lo fortalezca, a fin de afrontar siendo feliz, toda posible contingencia.

La palabra en Grecia poseía cierto estatuto ontológico. Antístenes defiende el principio de no contradicción (en contraposición al sofismo y de acuerdo con Platón). Defiende un lenguaje atributivo de las esencias, por lo que cada cosa es lo que es , y tiene una y solo una predicación de suyo.

A éste respecto Diógenes, indica nuevamente la invalidación de los valores, estimulando la reflexión mediante el lenguaje. El filósofo, da un nuevo significado a determinadas cosas, indicando así una brecha entre el discurso ético corriente(lenguaje atributivo de las esencias) y el significado natural que de por sí poseían los términos.

En el pensamiento de Diógenes, el entrenamiento del cuerpo, lleva a un buen flujo de las impresiones mentales. Cuanto menor dependencia existe de cualquier tipo de situaciones, mas libre será uno, por tanto, realizará mas acciones virtuosas. El cínico se esfuerza en llegar a la total indiferencia, gozando de una magnífica salud.

Nuestros “perros” en una vida de extrema frugalidad, mantienen su cuerpo y pensamiento muy saludable. La buena condición física facilitará un buen estado mental para la realización de acciones virtuosas.

La condición animal que el cínico pretende no niega la razón, como capacidad constitutiva del hombre, que de este modo sería un animal racional. Los animales tienen como guía su instinto natural, sin embargo el hombre en las condiciones en las que se ha desarrollado, necesita de un entrenamiento que le aporta la posibilidad de una vida satisfactoria.

Para Diógenes la vía a la felicidad se extrae de compaginar libertad y autosuficiencia, por lo que es necesario comportarse de un modo antisocial, ya que la sociedad se hace eco de todos los males.

A modo de resumen vamos a señalar las características principales del pensamiento de Diógenes.

El “perro” desenvuelve una filosofía práctica, estableciendo una nueva valoración que parte de una negación de los valores establecidos, haciendo cátedra en libertad de palabra. Se trata de un griego que niega su condición declarándose “ciudadano del mundo”. Su cosmopolitismo va acompañado de una extrema frugalidad que le hace adoptar una posición mendicante al tiempo que deja constancia de un total individualismo.

El filósofo cínico se levanta contra la filosofía idealista, utilizando como arma ideológica, la risa, caminando contra un mundo que mas que trágico percibe absurdo. El “perro” parodia todas las creencias, bajo una personalidad antiteorética, antidogmática y antiescolástica. La sabiduría práctica necesita de un constante ejercicio de la virtud, por lo que se hace necesario un entrenamiento tanto físico como mental, que se base en un ataque a la esclavitud espiritual en cuanto sometimiento a valores absurdos.

La ética que Diógenes propone es totalmente individualista y libertaria hasta el momento de la muerte donde cabe como decisión individual la posibilidad del suicidio. Sobre la muerte del “perro”, discurren varias historias, desde las que afirman que falleció a causa de una mala digestión después de haberse comido un pulpo crudo, a otras donde se dice que fue mordido por los perros, hasta la que quizás resulte mas extraña que relata como se murió aguantando la respiración.

Crates fue la figura mas amable del cinismo, por lo muchos le llamaban “el abrepuertas”ya que la gente le dejaba sus casas abiertas a cambio de buenos consejos. Su estilo de vida era una práctica que todos podían imitar. El filósofo antes de hacerse afín al cinismo era un rico terrateniente que seducido por las palabras de Diógenes se convierte al cinismo regalando todas sus posesiones.

Una historia de renombre en la antigüedad fue la relación con su esposa Hiparquía, que se revela contra la sumisión de la mujer en el mundo griego. La relación se basaba en el consentimiento mutuo. Hiparquía se enamoró de Crates a través de sus discursos y por su atractiva actitud ante la vida. En un principio el la rechazaba, pero en vista de su constancia se ofreció a ella a cambio de que dejase todo y se hiciese a la vida cínica. La filósofa aceptó, llegando a adoptar una actitud tan impúdica como la de su compañero, dejando claros ejemplos de exhibicionismo sexual, ya que ambos practicaban el sexo en lugares públicos muy concurridos.

Crates dejó constancia de su talante cínico escribiendo poesías ,en las que era totalmente perceptible su manejo de las armas “perrunas”, imprimiendo toda su obra de un alto contenido satírico.

La filosofía cínica aportó al helenismo la noción de sabio o superhombre que solo responde ante si mismo in diferente a las pasiones externas.

-Diógenes se paseaba por el día con una lámpara encendida diciendo; “busco un hombre”.6

B. CINISMO Y MODERNIDAD:

Tras clarificación profunda acerca del interesante fenómeno del cinismo en el mundo antiguo, en la que hemos recorrido sus distintas manifestaciones y principales vertientes, nos vemos obligados a dar un paso más allá en cuanto a lo que el fenómenos cínico sugiere, atendiendo a un posible desarrollo de este a lo largo de la Historia. Para ello prestaremos una atención especial a sus manifestaciones que a raíz de la modernidad surgen desde la Ilustración hasta nuestros días. Justamente por esto se nos antoja la obra de Peter Sloterdijck, La crítica de la razón cínica, como la principal fuente en base a la cual desarrollar esta investigación.

Así mismo el cinismo de la antigüedad nos impulsa hacia la posibilidad de bosquejar una posible filosofía que recupere al cuerpo como núcleo de la expresión, es decir como una encarnación del argumento por el que vuelva a correr la sangre tras los continuos drenajes de la perpetua hegemonía idealista-académica, que aún en nuestros días no da su brazo a torcer. Por este motivo, y como paradigma más cercano al cinismo de los últimos siglos de la historia del pensamiento Occidental, reservaremos un espacio a la controvertida figura de Friedrich Nietzsche.

La obra de Sloterdijck no sólo destaca por ser un superventas desde 1945 (¿¡Un libro de filosofía de ochocientas páginas superventas?!!?) lo cual ya es bastante raro y digno de atención, sino que la perspectiva que nos ofrece del cinismo está planteada desde dentro de la corriente racionalista de la Teoría crítica alemana, observación esta que comparte el reputado estudioso H. Niehues-Pröbsting, cuando destaca el éxito de Sloterdick en que “…evita el callejón sin salida al que esa teoría estaba condenada, por que rechazaba cualquier perspectiva que hubiera permitido una solución práctica al dilema entre la dialéctica de la Ilustación y la Razón instrumental. La solución de Sloterdijck es el cinismo.” De este modo, y a grandes rasgos, Sloterdijck atiende a las perspectivas del cinismo en cuanto doctrina y en cuanto actitud frente la vida. En la obra también nos describirá una tipología de la figura del cínico, así como los distintos tipos de cinismo enfocados de modo que la obra atiende al cinismo en su dimensión histórica, al cinismo en la Ilustración, y como choque de conciencias. Estas tres perspectivas darán pie a la estructuración de esta parte del trabajo, y serán aclaradas a su debido tiempo.

1. EL CINISMO EN CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA.

Como ya veníamos anunciando, el pensar aisladamente la posibilidad de reinterpretar el cinismo desde la Teoría Crítica apadrinada por el pensamiento kantiano, nos puede producir en un primer momento, cierta extrañeza. Pues ¿Cómo encajar la realización del proyecto de racionalidad kantiana a través de “la perra doctrina”? ¿Quién podría imaginar al funcionario prusiano con una linterna a pleno día buscando un hombre?

Es fácil que estas dudas nos asalten con la sola contemplación del título de la obra surgido a raíz del doscientos aniversario de la obra kantiana. Sin embargo, la obra de Sloterdijck y el propio autor se hacen patentes en una época desgarrada por los grandes desastres mundiales y se encamina a momentos de gran convulsión social. El movimiento ilustrado, que teóricamente encuentra como figura destacada a Kant, había generado un gran número de expectativas e ilusiones, que parecía que se encaminaban a la felicidad y autorealización social. Sin embargo, el tiempo terminó por proyectar una oscura sombra sobre estos, generando un clima de desolación y desilusión tanto en el terreno intelectual como político. En el ámbito estrictamente filosófico, la situación no es ni mucho menos mejor, la filosofía occidental atraviesa una de sus mayores crisis desde que dio sus primeros pasos a las orillas del Mediterraneo, hasta tal punto que que su muerte es anunciada. Su agonía se extiende hasta nuestros días, pero como alma en pena no puede encontrar descanso hasta que rinda sus cuentas pendientes. Como señala el propio Sloterdijck, la filosofía, que empieza con un juego erótico (philo) topa en el XIX con una losa cuyo epitafio reza: “saber es poder”.

En este mismo contexto escaldado es en el que se desarrolla la Teoría crítica, que busca la cara más subversiva de Kant, dadas las circunstancias. Así, la crítica neoilustrada trata de sacar a la luz y corregir las miserias del hombre del siglo XX; Así, nos presenta una racionalidad que pretende desenmascarar los irracionalismos disfrazados de “razón”; Así Sloterdijck trata de recuperar el cinismo y el proyecto ilustrado, bajo el punto de unión de la crítica, y encamina la razón crítica a la razón cínica. Por tanto, para Sloterdijck la crítica adquiere un doble sentido: por un lado, como garantía para emitir y fundamentar juicios, y condenar las irracionalidades y, por otro lado, resguarda nuestros juicios crítios bajo la protección cínica, en el paso de la razón meramente crítica a la cínica. A grandes rasgos este es el proyecto de Sloterdijck.

1.1 TIPOS DE CINISMO:

La principal apuesta de la Crítica de la Razón Cínica de Sloterdijck pasa por el acercamiento a un término que por su propia condición se ha visto relegado al cajón del silencio, ya sea por que en un sentido moderno resulta un pirueta demasiado complicada oír a un cínico hablar de cinismo –y la mayoría que han tenido voz, han sido unos cínicos redomados- o ya sea en un sentido antiguo y plebeyo, y que, por tanto, y como es costumbre, no ha merecido mayor atención entre cabezas “eminentes” y sonámbulas, pues no es común que el pueblo de los pueblos pueda escribir su historia o coronar su pensamiento, sino que esta ha sido tarea de dirigentes y cabezas acomodadas, y bien remuneradas, de curas y cada día más, periodistas.

Es obvia la deducción de que el término al que nos hemos estado refiriendo no es otro que al de “cinísmo”. La curiosidad, necesidad y, casi extinta entre humanos, capacidad de asombro lleva a Sloerdijck en esta obra a precipitarse por este pícaro concepto, para observar que “…nos ha puesto la cabeza al revés. Quisiéramos tomar conocimiento del cinísmo y descubrimos con ello que durante muchísimo tiempo nos ha tenido bajo su dominio7. No por ello el trascurso del discurso de Sloterdick se detiene, sino que de entre los distintos tipos de interpretaciones que nos pueda sugerir el concepto, en la obra nos ofrece claramente al menos dos:

  1. Una de ellas es la que conduce el concepto de “cinísmo” a su dimensión histórica; es decir, que observa el término desde su origen hasta nuestros días, descubriendo un movimiento dialéctico y luchas entre fuerzas históricas que responden ante la amenaza de su extinción.

  2. Otra de las versiones se centra en algo mucho más concreto, y atiende al “cinismo” desde la falsa conciencia ilustrada, trasladando el centro de la tensión al interior de conciencias concretas, como si por burla del destino éstas proyectaran en sí-mísmas la propia dialéctica histórica; como fruto del fracaso y el derrotismo. Sloterdijck delimita esta versión del cinismo  entre la Modernidad y el “final” de la Ilustración.

De entre estas dos versiones, surgirá después una tercera, que es consecuencia, en especial, de la dimensión histórica de las “…polémicas formas de conciencia” 8 El campo de batalla entre conciencias opuestas discurrirá a través de seis grandes ámbitos de valores elegidos por el autor, y que mantienen una cierta relación entre sí.

Así mismo, antes de desarrollar el trabajo, debemos saber que Sloterdijck hace un aclaración terminológica que se corresponde con las “conciencias opuestas” anteriormente mencionadas. Hay que diferenciar entre cinismo y quinismo; cuando el autor emplea el término quinismo se estará refiriendo a la corriente que arrastra el modelo antiguo en el que resalta la figura de Diógenes de Sínope, apodado “el perro” o kyón dando lugar al nombre de la secta (como ya vimos anteriormente), mientras que cuando emplea el término “cinísmo” mantiene su significado moderno, englobando con éste la actitud que es bien por todos conocida, y que, como veremos con posterioridad, es absolutamente antagónica al modelo antes citado.

1.2 CINISMO, ILUSTRACIÓN Y MODERNIDAD.

La Ilustración se había entendido en su momento como una crítica a la ideología, pero la ideología y los dogmas a los que la Ilustración pretendía hacer frente no eran sólo los prejuicios de la tradición con los que se pretendía domesticar al pueblo, sino que también se dirigía a las altas estructuras, y en especial al refinado idealismo moderno. Pero el verdadero objetivo de la crítica ilustrada, y posteriormente la teoría crítica, es decir aquel que reúne todas las condiciones que la Ilustración detesta, es la falsa conciencia. Esta falsa conciencia ha adoptado hasta ahora diversas formas reconocidas: la perversa mentira, la inocencia del error y la ideología. Pues bien, de entre estas distintas formas aparece ahora una nueva, que si bien siempre ha estado ahí, nunca ha sido reconocida desde las diversas fuentes del pensamiento tradicionalmente entendido, e incluso, esta “nueva” forma posee una evolución y dinámica propias: tal es el fenómeno cínico.

Si atendemos a la evolución del cinismo, claramente vemos como se deteriorado hasta alcanzar justamente el punto opuesto del que había arrancado en la Antigüedad. En el nuevo cinismo los extremos se miran a la cara; tanto los siervos que aún guardan cierto espíritu del antiguo “quinismo”, como los poderosos que encuentran en este una forma de continuar practicando la inmoralidad y predicando la moralidad, concuerdan en que “…las leyes generales sólo existen para los tontos.” No cabe duda que el “cínico” actual tiene poco que ver con los modelos de la antigüedad que anteriormente hemos tratado, este nuevo “cínico” es el que conforma lo que damos a llamar como “falsa conciencia Ilustrada”, una conciencia desesperanzada, compasiva, pero aún irónica. A la hora de destacar las diferencias entre ambos modelos no encontramos dificultades, ya que si bien antes se describía la “perro” como un “Sócrates enloquecido”, en la figura moderno-ilustrada topamos con un “Sócrates reintegrado”.

De este modo se abre una brecha entre el viejo quinismo y el nuevo cinismo. En el antiguo modelo, el pensamiento cínico era encarnado en un personaje, al que acompañaban riesgo, valor y marginación; por contra, el modelo nuevo ofrece una figura que se pierde y difumina entre las masas, un antisocial resignado que se llama a sí mismo realista, un ser abatido por la tristeza de haber perdido su inocencia. Según Sloterdijck, un claro ejemplo de “ilustración malograda”, lo encontramos en la cultura de Weimar.

Por otro lado, Sloterdijck presenta las pretensiones fraguadas entre Modernidad e Ilustración como, en un primer momento, un diálogo fracasado; no es cierto, tal como se suele querer hacer ver que el terreno de discusión y crítica que presenta el ilustrado es cordial, abierto y de libre diálogo, sino que la lucha entre Crítica del poder, por un lado, y tradición o prejuicios, por el otro, es degarradora hasta el punto de que el diálogo se bloquea y apaga.

Sin embargo, la Ilustración aún cuenta con un arma con el contraatacar: la del desenmascaramiento con el que opera la “Crítica de la ideología”. Esta crítica encuentra como heraldos a los que se suele agrupar bajo el nombre de filósofos de la sospecha, entre los que se encuentran célebres pensadores como Marx, Nietzsche, Freud o Heinrich Heine. Algunos más que otros aún conservan la crítica irónica, jovial que blandían los personajes del mundo antiguo, y que en cierta medida nos retrotrae a los orígenes del cinismo. A pesar de su reclusión a la marginalidad en el ámbito académico, las heridas propinadas en el corazón de la maquinaria del pensamiento dominantes tardarán en cicatrizar.

Todos estos hacen frente al cojo idealismo para reírse a la cara de la falsa conciencia en su proceso hacia la cosificación o existencia inauténtica; la “ilusión” no se ha encarnado, y esto la ideología lo sabe, pero a estas alturas ya ha alcanzado una posición lo suficientemente acomodada como para abandonarla en detrimento a la “verdad”: saber es poder, la voluntad de verdad esconde “voluntad de poder” en un sentido peyorativo, el conocimiento ya no es tan importante como los medios para validarlo, y el cinismo es necesario para sostener nuestro status.

Sloterdijck describe y enumera ocho caminos por los que la Crítica ideológica a conseguido colarse hasta el núcleo de la mentira. Ocho desenmascaramientos y cinco quiebras en las que se frustra de nuevo el proyecto ilustrado y ocaso del impulso del nuevo cinismo.

Los dos primeras críticas se agrupan en función del prejuicio religioso, y son denominadas por el autor como “Crítica de la revelación” y “Crítica de ilusión religiosa”.

La primera de éstas podemos articularla en virtud de una sentencia nietzscheana que se cuestiona “¿Cómo: el milagro es sólo una falta de interpretación, una carencia filológica?” puesto que los textos bíblicos no encuentran más justificación que ellos mismos como constata el hecho de que en cada época histórica son reinterpretados. El tomarlos como “verdaderos” cae fuera de la razón, y sólo podemos tomarlos como tales desde la voluntad, creencia o sinrazón; en conse- cuencia “…las iglesias dieron la señal para la fusión del irracionalismo poscrítico y la reacción política.9

En esta misma línea, la Crítica de la ilusión religiosa se basa en el desenmascaramiento socio-antropológico de la figura de Dios y de la estrategia de “la mentira piadosa”, la cual es descubierta desde un enfoque funcionalista, cuestionando el papel que desempeña la religión en nuestras sociedades, o dicho de otro modo “¿Por qué están ahí?”. Como respuesta a esta pregunta tiene dos caras, pues la ilusión religiosa cumple tanto la función para la superación de la angustia vital, como la “legitimación de ordenamientos sociales opresores”.

Los dos siguientes desenmascaramiento son los que Sloterdijck califica como Crítica de la apariencia metafísica, por un lado, y Crítica de la Superestructura idealista, por el otro. La Crítica de la apariencia metafísica está enfocada a evitar el desdoblamiento del mundo en dos dimensiones, una trascendente y otra física. Generalmente esta división conduce a que la dimensión más alejada de la realidad acaba por dominar a la realidad misma, pues sino ¿Para qué realizar desdoblamiento? El propio Kant se dio cuenta de la necesidad de evitar la tendencia de la razón a querer traspasar sus propias fronteras, o dicho de otro modo, justificar o validar más juicios de los que estamos capacitados. Claros exponentes y militantes de esta crítica son los autores pertenecientes a la corriente positivista o cientifista, como por ejemplo Wittgenstein cuando nos incita a callar antes que hablar de aquello de lo que no podemos hablar. Sin embargo creemos que es desmesurada la comparación de Sloterdijck, el cual identifica a Wittgenstein como el Diógenes de nuestro tiempo.

Por otro lado, la Crítica de la Superestructura idealista bien puede resumirse en el pensamiento de denuncia de Karl Marx. Según el autor, Marx llevó la crítica casi más lejos que nadie, al dirigirse directamente a las conciencias y a la praxis. Marx incita a cada conciencia a que cuestione su situación dentro de “…las estructuras de trabajo y dominio.” Marx devuelve el intelecto a lo real identificando tres tipos de “conciencia de clases”: burguesía, proletariado y clase media. En esta última se sitúan precisamente los intelectuales-idealistas, absortos en la nada teórica y espiritual en la que los han sumergido las clases dominantes, o lo que es lo mismo, la alienación. En último caso, el ilustrado debe aceptar que la Ilustración no se completará si no se supera la “sociedad de clases”.

El siguiente desvelamiento es el de la Crítica de la apariencia social. Nietzsche descubre que el éxito político del cristianismo convierte a la Cristiandad, en la ideología más hipócrita de todos los tiempos; una doctrina que desde el púlpito predica la castración de las formas de vida, mientra que en la sombra goza de todos los “placeres prohibidos” de esta. Por eso Nietzsche se sitúa más allá del Bien y el Mal, centros neurálgicos del cristianismo, para que mediante la sospecha descubrir tras la compasión y el altruismo, autocompasión y resentimiento.

La Crítica de la transparencia encuentra como referencia a Freud y el descubrimiento del inconsciente, manteniendo ahora al margen la discusión acerca de quién fue el auténtico descubridor del subconsciente, si Freud o Puységur. En el análisis freudiano encontramos que lo racional no es más que una máscara que la irracionalidad emplea para satisfacer sus deseos.

Los dos últimos desenmascaramientos de la ideología son los de la apariencia natural y la privada. Estas se dirigen justamente a una de las grandes dificultades con las que topa la Ilustración: la tradición, el prejuicio, la educación pues, en definitiva, las creencias más difíciles de desenredar son aquellos que se encuentran arraigados en nuestro interior, dado que “…somos primariamente, y “por natura” “Idiotas de la familia”…” 10

Estas mentiras nutren la mentira más grande de la Historia de la Humanidad y una de las más necesarias: nuestra ilusión privada del Yo o la Identidad. El Yo se moldea a gusto de la clase dominante a través de un aparente concepto de “lo natural”. En contra de la Ilustración, y como excusa para la más incisiva represión, se desdibuja la idea de “lo natural” demonizándolo; simplemente, una nueva forma de salvar una moral caduca. Sin embargo, comúnmente el miedo es un argumento suficientemente efectivo como para llevar a cabo un sin fin de recortes de libertades y salvaguardad el statu quo.

1.3 EL CINISMO Y LA FRACTURA ILUSTRADA.

Sería un error considerar a la Ilustración como una unidad doctrinal. Prueba de su diversidad son las luchas internas que ha venido manteniendo tanto en el ámbito intelectual, entre racionalismo e irracionalismo, como entre sectores como el de la ilustración psicológica y la política, puesto que las teorías del inconsciente de Freud conducen a un individualismo que choca de frente con lo público y lo social.

En la pugna entre Ilustración y tradición, la Ilustración se fractura y da lugar a un cinismo despótico-ilustrado. Si la potencia dominante (la pre-potencia) es cautelosa y atiende al inminente peligro de la Ilustración podrá, haciéndose más flexible, obstaculizar la Ilustración adoptando un talante cínicamente ilustrado (esta es la práctica más común en las democracias de nuestra sociedad actual). Esto origina lo que en algún momento se llamó Despotismo Ilustrado, como por ejemplo, el de Federico II, un “despotismo capaz de aprender” y que en tiempos de Kant incitaba a razonar “…tanto como querais, pero obedeced.11

Además del hecho de que las pre-potencias se adapten cínicamente al proceso ilustrado degenerándolo desde su interior y actuando como filtro, ha habido otros factores que también han colaborado a impedir al avance de el movimiento ilustrado. Por ejemplo, el hecho de que la Ilustración no es un acontecimiento que se dé de la noche a la mañana, sino que es un proceso histórico que necesita de su tiempo para difundirse, y este lento caminar, según Sloterdijck, puede desesperar a muchos o corromperse. También se da el hecho de que la Ilustración es un movimiento que exige una revolución en el ámbito pedagógico y para subsistir es su camino precisa de que las nuevas generaciones continúen el mensaje Ilustrado. Sin embargo, este mensaje llega a los jóvenes desde el enemigo; las pre-potencias dominantes, en el trascurso del tiempo, han sabido adaptar perfectamente las instituciones educativas a sus exigencias, formando más siervos y mano de obra que hombres libres; los educadores continúan aún siendo más bien entrenadores o instructores, y atrás quedaron ya proyectos bien intencionados como el de las libres escuelas como las que, en nuestro caso, propuso Giner de los Ríos. Es esta una Ilustración sin ilustrados.

¿Cómo podemos entonces salvar esta crisis en la praxis ilustrada? ¿Cómo la figura del “comprometido” puede dejar de ser algo más que una simple caricatura?

Efectivamente, esta crisis pragmática no sólo se constata el la Ilustración entendida en un sentido laxo, sino también en su plasmaciones más concretas como sucede en el caso de la Crítica de la ideología del marxismo.

El marxismo que había sido tan efectivo en su crítica al poder, ha sido un rotundo fracaso en nu encarnación histórica, tal como se puede constatar en el caso del descalabro histórico del Bloque Comunista. Esto se debe a que antes de llevar a cabo la completud práctica de la ilustración por medio de la superación de la sociedad de clases, el marxismo había descubierto una teoría de la máscara que escindía al sujeto humano en dos conciencias distintas: el individuo y el portador de la función de clase. Esta trágica ruptura produce una mascarada en la que ya no se sabe si, en su mutua dependencia, es el individuo particular o el sujeto social-funcional el auténtico portador de la máscara. En esta brecha el marxismo se ve obligado a mantener una “conciencia necesariamente falsa”, en la que el individuo se ve vaciado de sí mismo y encaminado hacia una nada. Esta apuesta por el funcionalismo convierte a la doctrina ideológica marxista en un cinismo que nada tiene que envidiar al de los señores burgueses.

1.4 CINISMO EN SU DIMENSIÓN HISTÓRICA

A pesar de todo, Sloterdijck no cree que todo esté perdido, sino que aún podemos salvar la crítica ilustrada en su corporeización, y para ello tendemos que recurrir al cinismo, estudiarlo como fenómeno histórico, y buscar en su forma más genuina un método que nos devuelva a la tierra y que nos permita llevar una existencia digna y auténtica.

En este mirar atrás topamos con el ya descrito quinismo, pero el autor no considera que tengamos que encerrarlo en un determinado momento histórico, sino que de algún modo se da siempre allí donde los individuos tratan de mantenerse a sí mismos ante las distintas distorsiones sociales. El fenómeno quínico desaparece históricamente, para hacerse más sofisticado allí donde históricamente conciencias y civilizaciones se enfrentan. Así, y como ya indicamos repetidamente, el concepto se divide y encarna en “Quinismo”, que se traduce en resistencia o autocorporización de la resistencia y está de la parte del individuo plebeyo y desgarrado, y en “Cinismo” de la represión dominante, réplica del poderoso que continúa reprimiendo aún a sabiendas de que no está en lo cierto, tal como hizo gala Rajoy con sus famosos “hilillos de plastilina”.

Sloterdijck califica al cinismo de la antigua Grecia como el primer y más real existencialismo y materialismo histórico. Así mismo, el quinismo contiene un método muy efectivo de cara a afrontar una nueva postura para el diálogo continuamente fracasado. Este método es “la insolencia”.

La insolencia o provocación, en manos de quínico posee un fundamento digno de atención, una radical coherencia de continua denuncia en una vida activa que no entiende de medias tintas ni de absurdos fines más allá de la propia capacidad humana. La “doctrina” quínica contiene la principal exigencia de que en el filósofo vida y pensamiento tienen que ir a la par; un viraje hacia vivir lo que se dice desde el decir lo que se vive, una materialización honesta y militante de lo que en realidad más nos importa, de aquello contra lo que sólo podemos predicar hipócritamente.

La aparición de Diógenes en la historia de la temprana filosofía europea no es de ningún modo fortuita, sino que se da a raíz de un momento dramático en el proceso de la verdad. Las filosofías señoriales como la platónica trataban de salvar las crisis espirituales por la que Grecia atravesaba en su época; ésta, en concreto, depositaba la “verdad” en un mundo trascendente e ideal, aún a sabiendas que tal proceder estaba avocado al fracaso: esto mismo lo podemos ver a través de los diálogos platónicos en los que no se llega a nada en concreto, y en cuya dialéctica se intercambian preguntas sin conducir de forma efectiva más que a la consciencia de la propia ignorancia. Diógenes frente a esto crea un diálogo no-platónico con el que deja de juego a todo discurso, exagerando la propia encarnación práctica hasta lo grotesco: si la “mentira” se ha convertido en forma de vida, la verdad necesita entonces de gente “desvergonzada e insolente”. Así “el quinismo griego descubre con argumentos la animalidad del cuerpo humano y de sus gestos desarrolla un materialismo pantomímico.12

Este desplazamiento del diálogo convierte al propio discurso en una dialéctica de la desinhibición hacia la que el individualismo tendrá que responder. La respuesta del poderoso crea una doble posición con respecto a la “insolencia” en cuanto método: la que se da desde “arriba”, desde la prepotencia y moral señorial; y la que arranca desde “abajo”, como contra-potencia y moral esclava revuelta.

Lo cierto es que aún en contra de sus deseos, Platón se vio obligado a reconocer como opositor dialéctico a Diógenes, en tanto que lo equipara a su mentor cuando lo denomina como “Sócrates enloquecido”. Una descripción que da cuanta de ello, es la opinión de E.M. Ciorán cuando lo describe como “El hombre que se enfrentaba con Alejandro y con Platón, que se masturbaba en la plaza pública, el hombre del célebre tonel y de la famosa linterna, y que en su juventud fue falsificador de moneda(…) ¿Qué experiencia debió tener de sus semejantes? Ciertamente la de todos nosotros, pero con la diferencia de que el hombre fue el único tema de su reflexión y desprecio. Sin sufrir las falsificaciones de ninguna moral ni de ninguna metafísica, se dedicó a desnudarla para mostrárnosla más despojado y más abominable que lo hicieron las comedias y los apocalipsis.13

Así pues, la obscenidades de Diógenes no eran simples, vanas y rudas “barbaridades”, sino el núcleo de su existencialismo y una forma de argumentar. La insolencia del “inferior”, el decir “no” en el momento oportuno, la pura expresión de la libertad, se convierte ahora en un impulso necesario y vital para la Ilustración.

Sin embargo, este poder necesario existe tanto en el agresivo y locuaz quinismo antiguo como en la sutileza del cinismo moderno. El quinismo era la antítesis plebeya del idealismo de la aristocracia intelectual, mientras que el cinismo moderno trasporta la dialéctica al propio espíritu, convirtiéndose en antítesis contra el idealismo propio como ideología y mascarada; de algún modo la “nobleza” del “señor cínico” le obliga a mantener el orden establecido.

No por ello debemos desanimarnos; Sloterdijck cree que todavía hay solución a la cuestión acerca de si “¿está muerto el impulso quínico y solamente el cinismo tiene un futuro letal?14 La felicidad es posible, a pesar de la “preocupación”, el miedo, y consecuentemente el autorrechazo, con los que continuamente nos bombardea el moralismo cínico-señorial. Por ello debemos introducir la felicidad en un contexto amoralista, pues toda moral resulta una carga de negatividad contra uno mismo. El amoralismo perverso, severo y perruno eleva la moral propia y exige una felicidad desvergonzada, en definitiva una rebeldía desenfrenada y pura, sin concesiones.

2. LA RESURRECCIÓN DELCUERPO Y EL NEOCINISMO NIETZSCHEANO.

La opción de elegir estos dos temas y elaborarlos a la par se debe a que, primero, el núcleo hacia el que nos incita a investigar el viejo quinismo es el que conduce hacia la honesta “corporeización”, es decir, llevar la filosofía a la praxis y, no sólo eso, si no también utilizar el propio cuerpo como vehículo de expresión. En segundo lugar, es necesario recuperar la figura de Nietzsche en este punto, puesto qe la corporeización es continua exigencia en su pensamiento, y además, nos parece que es el representante más cercano que encarne el cinismo antiguo en los últimos tiempos

2.1 EL CUERPO.

Seguro que muchos de nosotros hemos pensado que E.M. Cioran cuando escribió: “Nunca comprenderé como el cuerpo ha podido ser considerado na ilusión…” 15Sin embargo, y a nuestro pesar, esto ha sucedido así durante mucho tiempo. Ya las antiguas apuestas del idealismo griego por separar cuerpo y alma dieron pié a las doctrinas cristianas para cometer, durante muchos años, las más salvajes atrocidades contra el género humano.

En la doctrina cristiana la noción de cuerpo va ligada a la de sexualidad, y como tales, ambas son consideradas como “impurezas”

Pero aún antes de que esto se extendiese por por todos los rincones del globo terráqueo, existía una doctrina, el quinismo, que alzaba al cuerpo como centro de sabiduría e impugnaba al idealismo como conducta “antinatural”. Diógenes no refutaba un argumento con la lógica de otro argumento, sino que subvertía la lógica a través de la conducta corporal. Cuando meaba en La Academia recuperaba al cuerpo como vehículo expresivo. Ya nunca el cuerpo como núcleo y medio para la expresión y reflexión volvió a lograr la grandeza que había alcanzado en esta época.

Todas las teorías posteriores que siguieron al quinismo, tanto las que estaban inspiradas en el el fenómeno cristiano como las que no, fomentaron un proceso de desintegración de la corporeización. Este silencio del principio del cuerpo se dilató hasta el período moderno-ilustrado.

En la modernidad, el idealismo alcanzó uno de sus puntos más álgidos, influido por el racionalismo cartesiano que había recuperado la distinción de dos sustancias que constituían al ser humano: res extensa y res cogitans, dando prioridad a esta última. La res cogitans viene a corresponderse con la conciencia.

Al margen del empirísmo, en la filosofía esto se radicalizó hasta la irrupción del idealismo hegeliano. Con Hegel la corporeización en cuanto demanda comenzó a tomar forma a través de la necesidad de encarnación del “concepto” en la Historia. De cualquier modo, Hegel poco nos puede recordar a la forma en que concebían el cuerpo y el mundo los antiguos “perros”.

Sloterdijck atribuye el mérito de la recuperación y supervivencia del impulso hacia la corporeización a las artes del neoquinismo burgués; “el drama de la artes burguesas, filosóficamente importante, estriba en que estas dan vida a una corriente neoquínica, aunque no lo hagan bajo este concepto. Sin embargo, cuando estas dicen “naturaleza” y genio, verdad, vida, expresión, etc., entonces está actuando el impulso quínico.16 Prueba de ello es el movimiento romántico de la Sturm und drang que se constituye como el primer arte burgués propiamente hablando. Estas artes aguardan con su denuncia en la “ficción” a la espera de saltar a la realidad sensual. Este movimiento no-aristocrático reclamaba insistentemente el derecho a vivir una vida plena, la posibilidad de la corporeización de la sensualidad. Claros ejemplos de esta rebeldía son los personajes de Goethe, Prometeo y Mefistófeles, que propugnaban la inversión de los valores occidentales al grito de “¡El Mal es lo natural!

2.2 EL NEOQUINISMO NIETZSCHEANO.

Si avanzamos un poco más adelante en el tiempo, encontramos entonces uno de los mayores alegatos en defensa de una filosofía corporeizada, en el pensamiento nietzscheano. Según Nietzsche, el Yo o la Identidad no es más que na construcción social, una “ilusión”, y en consecuencia, todo pensamiento que surja a raíz de la conciencia no es más que una interpretación del mundo como tantas otras. Si eliminamos a la conciencia racional en el proceso de la verdad sólo nos queda nuestra realidad corporal, nuestra conciencia “en sentido básico”. Julian James, consideraba al respecto que en los albores de la humanidad, es posible que el ser humano realizase actividades complejas que aún hoy realizamos con este tipo de pseudo-consciencia. Un ejemplo actual de este tipo de acciones son por ejemplo las del tipo que realizamos cuando conducimos y hablamos: podemos ir absortos en la conversación sin ser conscientes de que estábamos conduciendo por una carretera con un sinfin de curvas y sin embargo hacerlo. En esto consiste esta conciencia en un sentido básico.

De este modo, en Nietzsche, el cuerpo se convierte en el punto de partida radical de la interpretación, pues “el fenómeno del cuerpo es mucho más rico, mucho más explícito, mucho más comprensible que el del espítitu.17 Si hacemos esto según Nietzsche descubriríamos al cuerpo como regidor de todas nuestras acciones, como “…edificio colectivo de infinidad de almas.18 Claro que no debemos caer en el error de exceder la interpretación creyendo que esto “inquilinos” de los que nos habla Nietzsche son una especie de disparidad colmada de elementos culturales con los que se ha educado nuestra conciencias. Sino que nos está hablando en un sentido estrictamente biológico, correspondiéndose esta infinidad de “voluntades” con la multiplicidad física de las partes que componen el Todo de nuestro cuerpo. De lo que aquí se está hablando no es de otra cosa que no sea la fuerza insaciable de los glóbulos rojos por trasportar el oxigeno de uno a tro lado de nuestro cuerpo o la lucha de una microorganismo que se debate entre la vida y la muerte. La suma de todas las micro-acciones de nuestro cuerpo dan como resultado lo que Nietzsche denomina como instintos.

A continuación, en su proceder invierte al idealismo, y pone a la conciencia como nuevo instrumento del cuerpo; esta inversión responde a siglos bajo el convencimiento de que la conciencia respondía a la expresión de un grado superior en la escala biológica, ya fuera por que nos pusiera en contacto con la divinidad, o como rasgo distintivo y meta del género humano.

De este modo, no sería ya la conciencia el extraordinario milagro que debe gobernar nuestras acciones, sino que “…el ya despierto, el sabio, dice: Todo mi yo es mi cuerpo, y el alma no es sino algo propio del cuerpo (…) Hermano mío, detrás de tus ideas y sentimientos se oculta un poderoso señor, un sabio desconocido que se llama Selbst. Reside en tu cuerpo, es tu cuerpo.” 19

Por lo tanto, para Nietzsche el cuerpo no es un simple agregado soporte de nuestra conciencia, sino que éste posee una sabiduría propia. Esta sabiduría práctica que gobierna hasta los más minúsculos movimiento e impulsos de nuestro cuerpo, es la misma que reina en todo nuestro mundo exterior. Un saber tácito e inconsciente prácticamente idéntico al que defendía Diógenes con uñas y dientes cuando apreciaba en el comportamiento de un ratón un modelo de conducta.

Pero las similitudes entre Nietzsche y el “perro” de Sínope no se detienen aquí. Y nuestra tesis acerca de la cercanía que mantienen ambos puede encontrar su apoyo en opiniones de diversos autores como, por ejemplo, Niehues-Pröbsting. Pröbsting considera que “…Nietzsche representó la etapa más importante en la historia de la recepción del cinismo filosófico, que acabó llevando al concepto moderno de cinismo como actitud.20 Influido por su conocimiento sobre la Grecia antigua, Nietzsche estudió las posibilidades de la doctrina cínica en todos sus aspectos hasta expresar, incluso, su identificación con este movimiento. Prueba de ello es su obra más célebre y apreciada, el Así habló Zaratustra, en el que el Zaratustra resulta ser la reencarnación literaria del propio Diógenes. Solitario, irónico, testarudo, violento con los hombres, y amigo de sus animales, de la naturaleza en estado puro, y de la vida, viajaba de pueblo en pueblo buscando un nuevo hombre y predicando nuevos valores ¿No parece acaso esta la misma imagen que tenemos de Diógenes?

Por otro lado, el estilo de escritura que habían imprimido los cínicos, también se ve plasmado en el propio estilo aforístico y burlesco nietzscheano. La risa tras la aceptación de la Tragedia.

Donde Nietzsche muestra una mayor proximidad con el cinismo es, por tanto, en los ámbitos estético, epistémico y moral. Según el pensamiento nietzscheano, el cinismo se encuentra justo más allá del Bien y el Mal, trascendiendo no sólo la naturaleza animal, sino también la moral, dando por alcanzar una conciencia libre de la moral. La naturaleza nos enseña que el viaje que emprendemos lejos ed ella es de vuelta. Dejando de lado la actitud moral, tendremos que adscribirnos a la cómica o humdirnos en la esquizofrenia.

BIBLIOGRAFÍA:

  • El vagavundo, Kahil Gibrán, Urano, 1985

  • La secta del perro, C.G. Güal, 2002

  • Los cínicos, B. Branham y M.O.Goulet-Cazé, Seix Barrall, 2000

  • Crítica de la razón cínica, P. Sloterdijck, Siruela 2003

  • Más allá del Bien y del Mal, F. Nietzsche, Aguilar, 1951

  • En torno a la voluntad de poder, F. Nietzsche, Península, 1973

  • Así habló Zaratustra, F. Nietzsche, RBA, 1992

  • Breviario de pedredumbre, E. Cioran, Taurus, 1997

  • En las cimas de la desesperación, E. Cioran Tusquets, 1993

1 Vida de los filósofos cínicos, La secta del perro, pag 107

2 Ibid, 106

3 Ibid, 122

4 Ibid, 118

5 Ibid, 105

6 Ibid 111

7 Crítica de la razón cínica, 327

8 Ibid, 328

9 Ibid, 67

10 Ibid, 135

11 Ibid, 146

12 Ibid 178

13 Breviario de podedumbre, 113

14 Crítica de la razón cínica, 208

15 En las cimas de la desesperación, 103

16 Crítica de la razón cínica, 184

17 La voluntad de poder, libro II, 228

18 Más allá del Bien y el Mal, 9

19 Así habló Zaratustra 36

20 Los cínicos, 460